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Cómo decir abismo, en pintura

«es bastante decir: abismo y sátira del abismo.»
Jacques Derrida, “La verdad en pintura”.

«todavía no sabemos
qué forma del abismo es nuestra forma.»
Roberto Juarroz, “Poesía vertical”.

En principio, es una muestra de pintura. Lo cual no quiere decir que un principio es una premisa. Pero un título no es gratuito. Entonces hay una muestra con un título, ergo hay pintura, hay lenguaje. No sé cómo empezar una crítica sin caer en la sátira del abismo. Es una alusión directa a Derrida. Así comienza el capítulo, abismo y sátira del abismo. Es lo que nos mete de lleno en la lógica discursiva, en la pregunta por un nombre, qué es un título, fuera o dentro de la obra. No hay muestra sin título; texto sin contexto.

Pero otra pregunta se instala ya dentro de la sala y tiene que ver con la pregunta pictórica. El interrogante se instala en la pregunta del título, cómo decir abismo; aún si diciéndolo es bastante y demasiado y aún nunca suficiente.
De entrada entonces sé que voy a meterme en el título y a la muestra de pintura; que el título está dentro y al borde de la obra, pero nunca a modo de discurso, nunca a modo de revelación de un significado oculto, ya que la pintura es lo opuesto, es la aparición. La pintura de Ramiro Sacco tiende a moverse sobre ese borde entre aparición y lenguaje, entre lo innombrable y lo visible. ¿De qué abismo se hablaría si no? Deleuze también, hablando de pintura, se refería a un abismo pero lo llamó caos, catástrofe. Es ese punto límite entre que una cosa aparece o se desploma.
Ahora, cómo hablar de pintura sin decir abismo. ¿Entre qué y qué? Entre sujeto y objeto, entre espacio y tiempo. Todas las pinturas aluden a una situación en el tiempo y en el espacio. En el espacio es realizada por el montaje, lo que convierte a la pintura en pintura-con, pintura-entre. ¿Entre qué y qué? Nos viene de vuelta el interrogante. Imágenes dialécticas. Acaso lo que Walter Benjamin define como dialéctica detenida, es también esa forma del abismo que va de un tiempo histórico a otro. Se pone complejo, pero es una boludez. Quiere decir que las imágenes están siempre y en todos lados del tiempo, de la historia y en el espacio, como la esfera de Pascal.

Vuelvo al concepto original de la cita de Derrida. “La operación «puesta en abismo» siempre se ocupa (actividad, posición atareada, dominio del sujeto) de colmar, en algún lado, el abismo, repleto de abismo, el lleno del abismo.” Se refería, en principio, al puente simbólico que puede unir los abismos. Los abismos o los puentes que puede haber entre el nombre, el concepto y la cosa. Siguiente capítulo: economizar el abismo. Quizás sea un poco ésta la cuestión. Una muestra que nos pregunta cómo decir abismo en pintura, en todo lo que ocurre entre pensar y mirar, entre mostrar y decir o entre ojo y cerebro. La propuesta de Sacco es siempre dialéctica, también tiende un puente entre pintura y concepto, aunque relacione artilugios de poéticas contemporáneas pero con la resistencia pictórica.

Ahora, cuál es la relación entre un nombre y la pintura, un título y la obra. Ramiro Sacco pone en relación estos abordajes entre pintura, palabras, títulos y orlas, al borde, dentro y fuera, pero de forma deconstructiva y no conceptual, ni comunicacional. Una pintura no comunica, ante todo. También vuelvo a Deleuze, es en el arte donde existe un acto de resistencia, y sobre todo una resistencia a la comunicación. Viene uno y dice que es conceptual porque hay nombres, títulos. ¿Cuál es el límite? Lyotard dice, explicando un pensamiento kantiano: “Hay un pensamiento del arte que no es un pensamiento de la no comunicación sino de la comunicación no conceptual”. No quiero volver retórico al texto. Acá es donde viene la caída, al abismo de las palabras. Abismo que se acerca, entre la lengua y la imagen. Entonces nos ponemos a meditar sobre las palabras que suscitan las imágenes, lo que es, propiamente hablando, lo que la representación hace del lenguaje, darnos datos conceptuales para una organización sensible. Lógica de lo sensible, a lo Cézanne. Cézanne es el principio de la parte discursiva de la pintura posconceptual, reformada y reescrita por Merleau-Ponty. Pero es un discurso que es siempre simbólico, en torno a la pregunta por la pintura ¿qué es un cuadro? y que deviene con el curso de los textos en pregunta posconceptual de la pintura; interrogante como sátira y como abismo, ya es bastante decir. Lo que me recuerda a las charlas que tuvimos con Ramiro Sacco es cómo nos metimos en este quilombo con los conceptos, o con los abismos discursivos entre las imágenes y el idioma. Recuerdo sobre todo saborear palabras y ejercer silencios entre mirar pintura y poéticas del hablar en torno.

Ramón H. Oliva
Agosto 2017

“Cómo decir abismo” Espacio Cultural BCN.
Fuente: http://www.ramona.org.ar/node/63783